La humanidad
La humildad es el talismán que nos hace felices en nuestra vocación porque nace del corazón y no sabe de artificios, porque valora lo sencillo y nos mantiene anclados a la realidad.
La humildad es la llave que abre el corazón y nos permite mirarnos desde nuestra esencia, conocer nuestras debilidades y saber reconocerlas, comprender qué es lo importante y lo verdaderamente esencial.
Ser humildes es actuar desde la autenticidad, ser cercanos, saber escuchar, conectar con la gente. Ser cómplices y ser sinceros es comprometerse con lo que se hace desde la honestidad y la sencillez.
María Rivier nos dice que cuanto más humildes seamos en lo que hacemos mayor bien haremos, porque desde la humildad solo cabe la unidad, el encuentro, la vida en mayúsculas. La humildad nos recuerda que nada podemos solos.
Flp 2, 3-11
Lc 9, 48