Fraternidad
Vivir la fraternidad es ser familia más allá de la sangre, es sentirnos hermanos y cuidar unos de otros desde el amor profundo. Esta es una tarea de todos, pero es
responsabilidad de cada uno.
Son los gestos, la ternura, el servicio, el amor gratuito, lo que va conformando poco a poco un verdadero corazón de comunidad, una verdadera fraternidad.
Amarnos y aceptarnos en nuestras diferencias nos enriquece y nos hace crecer. Los juicios y la incomprensión nos alejan, nos dañan y nos empequeñecen.
Cuando aceptas tus limitaciones, tus defectos, tus miedos es más fácil aceptar y comprender los de los demás y eso es lo que nos permite encontrarnos y convivir.
La fraternidad implica ponerse los zapatos del otro, pero no olvides que para que eso sea posible primero tienes que descalzarte.
Rm 12, 15-16
Lc 10, 25-37