Casa común
Amar a Dios significa abrazar al mundo en su totalidad.
Amamos a Dios en todas y cada una de las criaturas porque todas son expresión de su amor. ¿Es posible vivir a Dios con los ojos cerrados, de espaldas a la realidad?
Nuestra fe implica mantener los ojos abiertos y el corazón dispuesto, es una declaración de amor a la vida y un compromiso para construir un futuro común.
El cuidado y el respeto por la casa común es tarea de todos y responsabilidad de cada uno. Cada gesto, cada acción define la vida que queremos. Si decimos amar no podemos vivir despreciando el planeta, ignorando los desastres ecológicos y pensando que es tarea de otros.
Amar construye y reconstruye el mundo dentro y fuera de nosotros.
Gn 1
Sal 148