Volar
María Rivier se siente fascinada por la grandeza de Dios y de la misión a la que se siente llamada. Pero no hay misión grande o proyecto inalcanzable cuando es Dios quien lo pone en tu corazón.
Ella hace cosas grandes sin tener nada, sintiendo muchas veces que no puede, teniendo en su contra a todo y a todos. Consigue volar sin apenas poder andar.
Ella se ve pequeña, con miedos, y reconoce sus limitaciones, pero confía, siente que es la mano de Dios la que la lleva.
Ante tanta pequeñez y tan pocos medios, ¿Cómo dudar de que es Dios quien nos trajo hasta aquí?
Reconocer nuestra debilidad es un acto de valentía que nos permite amar con todo nuestro corazón y es ahí donde pone ella toda su vida sin reservas.
Rm 8, 28-31
Is 40, 31