Muerte
De par en par, abierta al mundo y a la vida, así muere María Rivier el 3 de febrero de 1838.
Su vida fue una ventana abierta al mundo, supo estar pendiente de todas las cosas, desde las más insignificantes hasta las grandes necesidades de las personas, cuidó los detalles porque sabía que ahí habitaba Dios. Todo lo que hizo fue un aire fresco que transformó la vida de aquel momento donde las dificultades eran muchas y los medios pocos, una ventana abierta para contemplar la grandeza de Dios en la naturaleza, para encontrarse con Él en cualquier parte, en cualquier persona.
María Rivier nos deja como legado esa apertura a la vida en mayúsculas, nos invita a salir al encuentro, a abrir las ventanas de par en par y a abrazar el mundo.
Jn 14, 26
1 Co 1, 26-31