María
Sin María nada hubiese sido posible, todo nace a sus pies, en su regazo.
Su sonrisa afianza nuestros pasos y sus ojos confirman nuestra vocación misionera, nuestro sueño de amar como Dios nos ama.
Somos hijas de María. Ella es nuestro apoyo, nuestro camino y nuestra esperanza.
Con ella todo es posible, con ella avanzamos, crecemos y damos vida.
¡IARO RIS!
Ap 12, 1
Lc 1, 46-55